Clemencia del Sagrado Corazón Romo Carreón |
¡Reine + Jesús!
"Señor Jesús recibe mi espíritu" (Hch.7,59)
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Nació en Jalostotitlan, Jal. , el día 1° de diciembre de 1917, siendo la cuarta y última hija de una familia muy cristiana. Sus padres fueron Don. Norberto Romo y Dña. Modesta Carreón.
De jovencita trabajó en una Fotografía; se afilió a la Acción Católica y a la Congregación Mariana, perteneció al Coro del Conventito, pues tenía buena voz y le encantaba convertir su canto en oración.
En esta época comenzó a percibir el llamado de Dios su confesor le dijo: Vaya a la Casa de Jesús y pregunte cuáles son los fines y misión de ese Instituto; fue con algo de resistencia, sólo por obedecer; pero cuando la Superiora, una Hermana jovencita, le dijo: nos dedicamos a amar, consolar y reparar el Corazón Divino de Jesús por las ofensas que recibe, sintió que la palabra CONSOLAR le llegó a lo profundo de su corazón, descubriendo que eso era lo que ella deseaba y le daría sentido a su vida, se le acabaron las dudas.
Ingresó a nuestro Instituto el 21 de junio del 1947 como postulante, el 11 de mayo de 1948 tomó el hábito. Emitió su Profesión Religiosa el día 12 de mayo del Año Santo de 1950 y pronunció sus Votos Perpetuos en la misma fecha del año de 1955, en el año 2000 celebro sus bodas de oro.
Nuestra Hermana Clemencia como religiosa nos dio testimonio de una vida de oración constante, de amor a la Santísima Virgen. Con heroísmo desde el principio quiso responder a la invitación del seguimiento de Jesús, dejando su casa, halagos y estimación de familiares y amistades, renuncio a su propia libertad y todo para estar unida a Dios, para participar de la bondad de Dios por la gracia y amor divinos; la única aspiración y el ansia insaciable de esta vida religiosa, es ser perfectamente de Dios. Cuando pudo valerse por sí misma fue fiel en la asistencia de los actos de piedad que tenemos establecidos. Se mostró siempre alegre, jovial, de trato amable y con sus ocurrencias nos hacia grata su conversación. Con sus Superiores, Hermanas y ante los acontecimientos cotidianos hizo visible su espíritu de fe. Fue generosa en el desempeño de los diversos oficios que se le confiaron.
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Tuvo gran fortaleza, paciencia y sencillez en los largos años de purificación espiritual en los que careció de la vista y de la incapacidad de valerse por sí misma. No se quejaba, si le preguntábamos: ¿cómo se siente? su respuesta ordinaria era: muy bien.
Desempeñó diversos oficios: fue sacristana, Maestra de Kínder, como catequista preparó a numerosos niños y niñas en la casa de San Francisco del Rincón, para su Primera Comunión; en esa ciudad iba a la estación del ferrocarril a dar catecismo a los niños hijos de los ferrocarrileros, donde varios grupos también hicieron su Primera Comunión; fue administradora en la Casa de México, D.F. Proveedora y encargada del comedor en varias comunidades, y de recabar donativos.
Nuestra Hermana Clemencia terminó su peregrinar en este mundo el día 26 de Diciembre a las 6.30 hrs. Con su ejemplo nos enseñó que nuestra vida no puede tener sentido ni valor si no está total y definitivamente consagrada, unida al Corazón Divino de Jesús, porque Él es el Amor que plenifica y transforma.
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