JUICIO QUE HAGO DEL ILUSTRISIMO MONS. EUGENIO OLAEZ ANDA.
Pbro. José Medrano Gutiérrez.
Yo estuve viviendo con el Señor Oláez casi tres años y siempre diré que era un hombre sabio, sí; pero sobre todo un hombre santo, muy santo, muy ejemplar en todo. La caridad del Señor Oláez fue muy grande. Todos sabemos lo que hizo por las Madres Mínimas, cómo les ayudó en todos sentidos. Cuando murió su Tío, el Señor Anda, el Señor Oláez se consagro por entero a la formación de ellas, así se lo indicó el Sr. Obispo, cosa que el Señor cumplió fielmente… la Obra del Señor Anda, un santo también, se extendió rápidamente hasta Estados Unidos y Cuba. El Señor Oláez les escribió las Constituciones y otras cosas como unas conferencias. El Señor Oláez fue un Padre para las Mínimas; pero donde su caridad ya no tuvo límites fue con la Hijas del Sagrado Corazón de Jesús.
Todos veíamos cómo estaba dedicado en cuerpo y alma por llevar el Instituto a su perfección; se dedicó con grande bondad y abnegación por ayudar en todos sentidos especialmente a las muchachas a las que procuraba llevar por el camino del bien… cuántas almas salvó, hacía todo lo que podía por orientarlas; por salvarlas a toda costa y llevarlas por el camino del bien… recuerdo que él, tan delicado, se dejaba rodear de todas ellas y como buen Padre les enseñaba la doctrina cristiana.
Pero el Señor Oláez hacía caridades a todo el que podía, es cierto que era muy pobre; pero todo lo que tenía lo daba; yo no sé cómo le haría; pero el hecho es que él a todo el que podía socorría. La gente bien conocía que el Señor Oláez tenía grande corazón y por eso naturalmente recurrían a él, y por cierto que no salían defraudados.
Yo recuerdo un detalle que me pasó con mi mamá; nos fue a ver a México ahí donde estábamos hospedados con las Madres Mínimas y la pobrecita iba muy mala de un ojo, tanto, que le dolía todo el lado de su cuerpo; pero el Señor Oláez se dio cuenta y mandó que la llevaran al oculista y que le atendieran, además la mandó en coche al hospital de la Luz.
Que el Señor Oláez era muy bondadoso con todas las personas, es cierto pero donde destacó más especialmente fue con sus sacerdotes y seminaristas… todos los que tratábamos con él veían en su persona a un Padre. Mi mamá me decía mucho que ya no quería que estuviera él atendiéndolo porque ni estudiaba ni me enseñaba a trabajar y sólo perdía el tiempo y yo le contestaba: mamá no pierdo el tiempo al contrario estoy aprendiendo sus virtudes; me refiero a que estaba aprendiendo las virtudes de un sacerdote santo, el Señor Oláez.
Cuánto le debo yo al Señor Oláez porque después de la Divina providencia yo le debo mi sacerdocio a él; no dudo que sus oraciones valieron mucho para que yo llegará al sacerdocio, él me había asegurado en vida que yo llegaría al sacerdocio y siempre me encomendé a él y no dudo que sus oraciones valieron mucho pues yo no tenía esperanza de ordenarme.
Yo tampoco nunca le oí criticar a nadie, no, jamás y eso que viví mucho tiempo con él; era en extremo delicado y no admitía criticas de nadie… En cuanto a su paciencia era verdaderamente heroica jamás le oí que dijera algo alterado por lo que sufría y eso que viví muy cerca de él. En sus enfermedades sufría mucho pero no se quejaba nunca; él era muy delicado pero como yo era hombre pues me tenía mucha confianza para que le ayudara en todo. Un día le dije: Señor… pues no parece enfermo porque tiene muy buen rostro y me respondió: "No me quejo del rostro, no es el que me duele". Esto lo dijo en tono de farsa. En su última enfermedad que sufrió tanto, yo ya no estuve con él porque me fui al seminario; pero todavía la víspera fui a saludarlo al Sanatorio y me estaba muy agradecido y como no perdió el conocimiento, recuerdo que me dio un apretón de manos pues ya no podía hablar, esto me dio a entender el cariño que me tenía y también agradecimiento a lo que yo le había servido. Por lo que mira a su gobierno era un hombre de dotes muy especiales por eso siempre lo tuvieron en cargos muy importantes. Su prudencia era grande, siempre supo llevar bien las encomiendas que le hicieron del gobierno. Obraba con mucho tino, como que tenía visión especial de las cosas. Cuando el Señor Valverde se fue a Roma en tiempo de la persecución estuvo muy duro para el Señor Oláez y la hacía de Obispo. Eran tiempo muy difíciles pero el siempre se dedicaba al trabajo que tenía y cumplía con todo lo que le encomendaban, era escrupuloso en el cumplimento de su deber. En el gobierno fue muy prudente y obraba con energía cuando tenía que hacer, por ejemplo cuando fue Rector por ocho años, eran tiempos difíciles y por eso lo pusieron, lo mismo cuando fue vicario General; pero como era sabio y santo lo supo hacer muy bien.
Era un hombre muy fervoroso, especialmente devoto del Sagrado Corazón, y como estaba lleno de piedad creo que por eso pudo hacer tantas cosas en su vida; esto también lo hizo sufrir mucho pero sobrellevó el dolor con resignación por eso nos hizo esos versos tan bonitos del sufrimiento.
Vivió en tiempos muy difíciles: la persecución; pero siempre fu paciente. En Querétaro nos balacearon una vez, íbamos en el coche sólo que las balas pasaron por debajo y no nos hicieron nada, yo creo que lo hicieron creyendo que era sacerdote pero como lo vieron anciano, lo dejaron.
Así era Nuestro Padre; un sabio y un santo que hizo mucho bien y muchas cosas en su vida que sólo un santo como él pudo haberla hecho, sobre todo lo que hizo al fundar su Congregación donde tantas y tantas muchachas se han salvado, bastaría eso sólo para que después de tiempo aun digamos que era un grande santo, un grande santo.
Y esto yo lo dijo porque lo conocí muy a fondo y puedo decir con toda verdad que era un santo. Yo espero y pido a Dios que un día pueda llegar a los altares como ahora lo desean; pero aunque es no sucediese, yo estoy seguro que está en el cielo con todo y zapatos, por la misericordia de Dios; pero esperamos que pronto lo canonicen. Yo entre tanto en mi enfermedad de este pie, me sigo encomendando a él para que me dé la fortaleza y resignación en mis dolores.
2 de septiembre de 1977.
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