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No tendría suficiente explicación el ardiente amor de Mons. Oláez al Sagrado Corazón de Jesús, si no tuviéramos encuentra su ardiente amor a la Santísima Virgen María. Jesucristo no quiso ni quiere prescindir de María al ejercer sus funciones sacerdotales. Es una constante en la economía de la salvación, por esto no es posible una configuración con Cristo Sacerdote sin esta perspectiva mariana.
La devoción de Mons. Oláez a la Santísima Virgen María se encendió en su alma desde su niñez, estuvo presente en su vida interior y con ternura filial de su alma le mostró su amor y a ella confió sus más grandes anhelos y proyectos. Su madre terrena le supo infundir este amor y cultivarlo, así lo expresa la bella poesía que titula: Mis dos Madres.
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Mis dos Madres Dos madres tengo en la Iglesia que está vecina a mi hogar; la una se halla en el sepulcro y la otra, en el altar.
Como la que está en la tumba, me enseñó a la otra a amar, cuando lloro por aquélla, Esta, consuelo me da.
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Así se desbordó en su ternura y devoción a María como madre que es nuestra y para legarnos un tinte muy peculiar y que desde un principio encomendó a su naciente Instituto bajo la protección de la Madre Santísima de la Luz, insigne Patrona de la Arquidiócesis de León Gto. Ferviente la invoca en un precioso Himno dedicado en su honor. |
Gloria, gloria a la Madre del Verbo, que reinando en la espléndida altura, vuelve siempre, con dulce ternura, sus miradas al pobre mortal.
Es muy grato al que pasa su vida oprimido por duro quebranto, recordar que te duele su llanto, que no quieres mirarlo penar.
Y es más grato saber que en el cielo, con el nombre bendito de Madre, sólo el Hijo querido del Padre y los hombres te pueden llamar
¿Qué podemos en cambio ofrecerte? en la vida, cuanto hay nada vale, pues todo es como el humo que sale de ese incienso que vemos arder.
No tenemos, ¡Oh Madre! qué darte; más si quieres amor, te amaremos, y aún la vida también te ofrecemos, si la vida quisieres también.(14)
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Mons. Oláez Guiado por el Espíritu vive una espiritualidad muy peculiar y genuina centrada en la devoción ardiente al Divino Corazón de Jesús y a su Santísima Madre, vivida con profundidad desde su ser sacerdotal, que galardonado por innumerables virtudes, por las cuales supo poner cordura y moderación a los actos de su vida y como coronamiento de esta dádiva supo compadecerse de la miseria humana que a ejemplo del Buen Pastor, sale en busca de la ovejita que se ha apartado del redil, para sanar sus heridas, trabaja incansable por la salvación de las almas a él confiadas y como testimonio elocuente de su solicitud lo plasma muy bien el siguiente soneto:
¿Por qué así mi ovejuela te intimidas y balas al mirar que te he abrazado? No te vengo a golpear con mi callado, Solo vengo a curarte las heridas.
¿Por qué quieres huir? ¿Es qué te olvidas de la muerte de cruz que me has costado? ¿dudas que te ame, quien por tì ha dejado noventa y nueve ovejas muy queridas?.
Vamos pues, al redil allí en contento Veras cambiarse tus profundas penas ¿dime que quieres, para tu sustento?
¿Pasto muy grato y aguas muy serenas? Pues te daré mi carne en alimento Y en bebida la sangre de mis venas (15).
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